jueves, 26 de enero de 2012

El Hades

El Hades
Resumen

Introducción
Según Platón el alma es inmortal, imperecedera, él mismo dice que el cuerpo solo es una cárcel para el alma, cuando se muere, el alma se libera y puede seguir su existencia sin seguir atada al cuerpo.
Los griegos comenzaron a valorar al ser humano y por lo tanto crearon la concepción de que sus dioses poseían cuerpos poseían defectos como cualquier ser humano, salvo que son inmortales y estaban dotados de poderes especiales. Platón rompió con el paradigma anterior, pues según este, la muerte no existía, solo era un cambio.

El Hades
El inframundo era imaginado como un mundo oscuro, frío y tenebroso, que era denominado Hades; este era el temor de los griegos. Hades era el Rey del Inframundo, el dios de la muerte. Él presidía los ritos funerarios y defendía el derecho de muerte a entierro debido. Hades era también el dios de la riqueza escondida, del suelo fértil, hasta la riqueza del oro minado, plata y otros metales.

En palabras de T.R. Glover (...) "nos encontramos aquí como en otros lugares que Virgilio trata de resumir todo lo que es de valor en las tradiciones, filosofías y las fantasías del pasado". (...) Este libro (al igual que el resto de la Eneida) es sobre todo de Eneas a sí mismo, su carácter y resolución, sus experiencias, pasadas, presentes y futuras.
Eduard Norden en el Sexto Libro de la Eneida publicado en 1903, acostumbraba postular dos fuentes principales para el Hades virgiliano y en correspondencia con las fuentes postuladas, dividir la descripción sí mismo sobre dos partes principales. La primera mitad fue llamada “popular” o “mitológica”; la segunda, “filosófica”.

El orfismo
El orfismo se define como una religión de misterios de la antigua Grecia, cuya fundación se atribuía a Orfeo, poeta y músico griego mítico. Se caracterizaba principalmente por la creencia en la vida de ultratumba y en la metempsícosis (doctrina religiosa y filosófica según la cual las almas transmigran después de la muerte a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior).

Detrás de la filosofía pitagórica se halla el extraño movimiento religioso conocido como orfismo. La confraternidad pitagórica tomó de los órficos numerosos detalles de organización y de forma de vida. Pero mucho más importante es su decidida adopción de la doctrina órfica que proclama que el alma es divina e inmortal, que ha caído y se halla encarcelada en el cuerpo y que está condenada a incesantes reencarnaciones hasta que pueda purificarse, evadirse y retornar al mundo divino.

El libro VI de La Eneida describe la bajada de Eneas a los infiernos: el camino que baja al Hades se bifurca en dos senderos, uno que conduce al Elíseo y otro al Tártaro. Este Descenso al Hades que describe Virgilio es un género tradicional de la poesía órfica llamado Catábasis, tanto por el interés órfico en la suerte del alma en el Más Allá como por el mito del viaje de Orfeo al Hades.

Geografía
Había varias secciones en el Hades, incluyendo el Elíseo, los Campos de Asfódelos y el Tártaro. La entrada al Inframundo localizada en el Averno, un cráter cercano a Cumas, fue la ruta usada por Eneas para descender al reino de los muertos. Los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, conducidos por Caronte, quien cobraba por el pasaje un óvolo que ponían en la boca del difunto sus piadosos familiares. El otro lado del río era guardado por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón derrotado por Hércules. Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos para ser juzgadas.
Los ríos más importantes:
·  el Aqueronte (el río de la pena o la congoja): donde había almas desesperadas y  desde allí se permitía la entrada al Infierno;
·  el Cocito (lamentaciones): allí, los que no podían pagar al barquero vagaban durante 100 años, era afluente del Aqueronte y su cauce eran las lágrimas de los pecadores;
·  el Flegetón (fuego): allí estaban las almas penitentes, mortificadas y condenadas permitiendo la entrada al Tártaro;
·  Leteo (olvido): permitía la entrada a los Campos Elíseos; las almas que allí habitaban eran tranquilas, pacientes y perdonadas que buscaban olvidar todo;
·  Estigia (odio): El Estigia formaba la frontera entre los mundos superior e inferior;  también permitía la entrada al Infierno.
Más allá quedaba el Érebo donde estaban el lago Leteo y el lago Mnemósine (‘memoria’). En el antepatio del palacio se sentaban los tres jueces del Inframundo: Minos, Radamantis y Éaco. Allí las almas eran juzgadas. Volvían a los Campos de Asfódelos si no eran virtuosas ni malvadas, y eran enviadas al camino del tenebroso Tártaro si eran impías o malas. Los héroes intachables eran enviados al Elíseo.
El Tártaro es el lugar a donde se enviaba a los pecadores. Está guardado por una hidra y  Tisífone, la Furia que representaba la venganza, hace guardia. En el Tártaro hay un  pozo donde están los Titanes, los Alóadas y otros muchos pecadores. En la entrada hay un bosque tupido, un árbol opaco, una de cuyas ramas es de oro que solo puede ser cortada por los predestinados.
En la entrada del Orco, hay criaturas que personifican a lo que destruye la vida (enfermedades, vejez, miedo, hambre, miseria, muerte) y frente a ellas, la guerra, la furia, la discordia y en medio, un olmo a cuyas hojas se adhieren los sueños. Aparecen criaturas monstruosas: los Centauros, Escila, Briareo, Quimera, Gorgonas, Arpías y Gerión.
Cerbero los lleva hacia el lugar ocupado por las almas de los niños; las de aquellos que fueron condenados por crímenes que no cometieron, y las de quienes se suicidaron; luego, penetran los campos llorosos y ven a los que murieron por causa del amor.
Habitantes
Eneas comprende que debe terminar su tarea, aunque sea complicada. De esta manera, siguen los próximos reyes de Roma: Numa, Tullus, Acus, los Tarquinos, Brutus, Decii, Drusi, Torquatus, Camillus y finalmente Caesar y Pompey.
Perséfone fue raptada por Hades convirtiéndose en la reina del Inframundo.
Cerbero guardaba la puerta del Hades y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Eneas lo adormeció usando tortas de miel con droga.
Caronte era el barquero de los muertos, un espíritu del inframundo que estaba al servicio de Hades. Al llegar allí, Caronte los transportaba en su barco a un lugar de descanso en el Hades.
Hécate era la diosa que custodiaba las almas de los mortales que no pagaban el tributo siendo anunciada por los aullidos de los perros en la noche y Celesta era la diosa de la muerte y era la encargada de reclamar el alma de aquellos que debían morir.
También, estaban las furias: Alecto, Tisífone y Megara. Las Erinias (Furias o espíritus vengadores) fueron para los hombres lo más terrible de las criaturas pre-Olímpicas. El trabajo de estas hermanas fue el de ator­mentar a aquellos culpables de crímenes en contra del orden social, particularmente crímenes de sangre contra la familia.Castigaban todos los ultrajes contra la sociedad humana tales como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y, sobre todo, los delitos de sangre.
Las Gorgonas eran tres hermanas de aspecto monstruos Se llamaban Medusa, Esteno y Euriale.
Las murias eran las diosas del destino, representaban el hilo de la vida y simbolizaban la muerte, el nacimiento y la madurez. Sus nombres eran Cloto (la niña), Laquesis (la mujer) y Atropos (la anciana).
Los jueces del infierno son Eaco, Minos y Radamanto.
Éaco era el rey de la isla Egina en el golfo Sarónico. Fue muy famoso por el recto sentido de la piedad y la justicia. Juzgaba a las almas de los occidentales
Tras su muerte, Minos se convirtió en juez de los muertos en el Hades y decide si las almas deben ir al Elíseo o al Tártaro. Tenía el voto decisivo.
Radamantis fue juez del Tártaro y decidía los castigos adecuados para los pecadores allí destinados. Juzgaba las almas de los orientales.
Fobos era el dios del miedo y Deimos, el del espanto y moraba las puertas del Tártaro.

El hades en la Eneida
Eneas llega a Cumas en busca de Sibila, sacerdotisa, para que lo lleve al Hades para ir a encontrarse con su padre. Esta le dice que hay dos condiciones que deben ser cumplidas para ir inframundo: ofrecerle una rama de oro a Proserpina (Perséfone) de un árbol opaco, en medio de un bosque tupido y hacer los ritos funerarios a uno de los compañeros de Eneas que había muerto, Miseno. Ya en el Hades pasan por la entrada del Orco y después Caronte, luego de dudar, los transporta por los ríos infernales. En la orilla opuesta, Sibila le da unas drogas a Cerbero para dormirlo y continuar el camino. Pasan por varios lugares y al atravesar por donde estaban las almas que murieron por causa del amor, por ejemplo a Dido, con la que desea hablar, pero que lo ignora. Después, pasan por donde se encuentran los guerreros ilustres. Aquí, el camino se divide en dos: a la derecha hacia al Elíseo y a la izquierda, el Tártaro. Luego, Dibila lo lleva a depositar la rama de oro a Proserpina y pueden entrar al Elíseo. Allí, se encuentra con Museo, quien se ofrece a guiarlos hacia un valle donde está Anquises, quien le reitera las predicciones de los dioses acerca de Roma. Finalizado esto, el padre, utilizando la puerta por donde tienen salida los sueños falsos, envía a Eneas y a Sibila al mundo de los vivos para que Eneas siga su camino.

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